martes, 28 de septiembre de 2010


¡DINERO FÁCIL!

Pijos suecos, matones serbios y camellos chilenos

Hoy paga la ronda: LUCAS SOLER


Dentro de la próxima edición de La Mostra, uno de los ciclos que más curiosidad me despierta es GENERACIÓN MILLENIUM, que reúne más de una quincena de adaptaciones al cine de obras de ese fascinante fenómeno editorial denominado Novela Negra Nórdica (NNN). Del ciclo de cine negro vikingo, tengo especial interés en ver "Snabba cash" ("Dinero fácil"), que es la adaptación de la novela homónima del joven escritor sueco Jens Lepidus. Pese a imitar descaradamente el estilo sincopado y a veces onomatopéyico de James Ellroy, la novela de Lepidus me gustó bastante, pues es una explosiva combinación de rubios pijos suecos pasados de polvo blanco (y no precisamente talco para bebés), tatuados mafiosos serbios hasta las orejas de anabolizantes y emigrantes chilenos que trapichean con todo.


ESPINOZA GOES TO SUECIA
Curiosamente, el director de "Dinero fácil" es un sueco de origen chileno llamado Daniel Espinoza, cuyos padres se instalaron en Estocolmo  en 1973, cuando el golpe de Pinochet obligó a miles de chilenos a refugiarse en Suecia. Supongo que Espinoza debió sentirse fascinado por una novela donde el personaje “menos peor” es un convicto y traficante de origen chileno que se enfrenta a la poderosa mafia eslava de Estocolmo con la ayuda de un niño bien bastante trepilla que quiere ser tan millonario como el propietario de IKEA, pero vendiendo cocaína en las fiestas de los jóvenes aristócratas de Estocolmo. De todos los autores de NNN, siempre tan concienciados con temas sociales como la pederastia, los malos tratos a las mujeres, el racismo y la corrupción política, Jens Lepidus es, sin duda, el más amoral; disfruta  narrando los excesos violentos o festivos de los protagonistas de su novela. Tan sólo espero que ese clima de cínica inmoralidad lo haya sabido captar Daniel Espinoza en su adaptación cinematográfica.


jueves, 23 de septiembre de 2010



Un extraterrestre valenciano...
¡¡en Moonfleet!!
Hoy paga la ronda el realizador paranormal: MANUEL ROMO


Si un día un marciano verde (quien dice verde, dice amarillo: para gustos los colores) bajara a la Tierra y me preguntara: “¡Oiga ud!, ¿Qué es el cine de aventuras?”… ¿Qué haría? Evidentemente, no le podría responder debido al shock de haber descubierto, de golpe y porrazo, que hay vida en otros planetas, y que además, sienten curiosidad por nuestras cosas, tal y como denota la pregunta. Si consiguiera recuperarme del susto, y ya en mis cabales, reflexionaría sobre la pregunta del marciano verde (que habíamos quedado que podía ser amarillo)... y no, no le daría una respuesta. Creo que una cuestión como “¿qué es el cine de aventuras?” tiene una respuesta tan larga y prolija que me perdería. Y lo que es peor, perdería al pobre marciano. Pero como tampoco está bien no dar respuesta a seres que han hecho un viaje tan largo… MI RESPUESTA a la pregunta consistiría en sentarlo en una butaca de esta nueva edición de LA MOSTRA y ponerle a ver “Los contrabandistas de Moonfleet”.
¡AVENTURA SE ESCRIBE CON MAYÚSCULAS!

No hay película que mejor defina el género de aventuras que el clásico dirigido por Fritz Lang en 1955. La película tiene todo lo que tiene que tener una historia de aventuras. Y lo hace sin despeinarse, como quien no quiere la cosa. Sin pretensiones de ningún tipo se ha convertido en la película TOTAL. Tiene el ambiente propio de la genial novela de Stevenson (“La isla del tesoro”): esa taberna siniestra, los acantilados terroríficos, un cementerio tenebroso… que te van preparando para lo peor (mejor). De hecho, la novela en la que se basa, “Moonfleet”, de J. Meade Falkner, es casi un sucedáneo de la de Stevenson. Escrita quince años después, el relato de Falkner, se adivina como una suerte de continuación de “La isla del tesoro”, nacido claramente a su sombra y con el ánimo de dar una vuelta de tuerca a la consabida historia de iniciación.

DE PIRATAS, TESOROS Y SINVERGÜENZAS
Lang convirtió su adaptación de “Moonfleet” (cambió sustancialmente la trama) en casi una versión no confesa, apócrifa, del relato de Stevenson, pero mejorado. “Moonfleet” tiene más sentido del humor, tiene más cinismo… No hay más que ver el personaje encarnado por Stewart Granger, un pirata-sinvergüenza-buscavidas en el ocaso de sus días y que encuentra en el niño protagonista una razón para seguir adelante. Un (anti) héroe a la fuerza... ¡¡Y cómo esa mirada cínica se trastoca en una tristeza cuasi mítica a medida que avanza el relato!! La complejidad de “Los contrabandistas de Moonfleet” es tal que daría para llenarle de datos la computadora de nuestro amigo el marciano. Así que yo no me la pienso perder cuando “la echen” en el ciclo MOSTRA CLÀSSIC. Y, por supuesto, la pienso ver en compañía de mi marciano verde. Así que si veis un par de butacas ocupadas por mi marciano y yo... POR FAVOR: ¡NO molestéis!

POSDATA: Por cierto, el tipo elegante que abre este coment sobre la obra maestra que es "Los contrabandistas de Moonfleet" es nada más y nada menos que su director: el mítico Fritz Lang. ¡Qué grande! ¡Me encanta su sombrero! 




lunes, 13 de septiembre de 2010



PIERRE SCHOENDOERFFER

¡¡Larga vida al rey!!

Hoy paga la ronda: JESÚS PALACIOS


Jóvenes imberbes, cinéfilos ajados, veteranos de la cinefilia más esclerótica y de la cinefagia boba…
Quítense todos el sombrero ante
Pierre Schoendoerffer, director de cine, sí,
escritor y novelista, sí, pero también
veterano de guerra, hombre de mar y de tierra, aventurero de la pluma, sin duda,
pero también de la más cruda realidad.


Schoendoerffer es uno de esos personajes más grandes que la vida, que podría protagonizar no solo sus propias películas
-inspiradas, de hecho, en sus experiencias reales por esos mundos de Dios y el Diablo-,
sino las de muchos otros.

Prisionero de guerra en Indochina, veterano
de Dien Bien Phu, encontró en la cámara y la novela el campo de batalla ideal para su inquieta mente, convirtiéndose en uno de los pocos genuinos narradores modernos en sentido estricto. Mientras Robbe-Grillet, Sarrazine y otros se dedicaban a desmontar la narración, deconstruir la novela, como Godard y la Nouvelle Vague el cine, Schoendoerffer se limitaba a contar… ¡pero qué historias!

Como su maestro Joseph Kessel, como Pierre Boulle, como José Giovanni, Schoendoerffer pertenece a una raza de cineastas y escritores en extinción, que antes que artistas y por encima de todo, fueron y son hombres.
Ahora, la Mostra nos ofrece la ocasión única de conocer la obra cinematográfica de este maestro de la aventura. No la dejes pasar… ¡o te arrepentirás!

jueves, 2 de septiembre de 2010

Daniel el mirón

Hoy paga la ronda: PACO GISBERT


Dentro de la variada fauna de cineastas, existen varios tipos: los que llegaron a dirigir después de un duro aprendizaje en los platós, desde meritorios de producción o ayudantes de iluminación; los que aprendieron a hacer cine en una escuela y ponen en práctica sus conocimientos con filmes sesudos y con pulsiones egocéntricas; y los que mamaron el cine en las salas, fijándose en cada detalle, en cada emplazamiento de cámara, en cada giro de guión o en cómo los maestros resolvieron cada secuencia.
 Estos últimos, una especie de cineastas que, como los buenos gourmets, aprendieron su oficio viendo cómo lo desarrollaban quienes nacieron antes que ellos, son los directores “mirones”. Directores que registraron su archivo de miradas para crear un mundo personal, no siempre basado en obsesiones personales, con el único propósito de entretener al espectador, al fin y al cabo, la esencia del cine.


Daniel Monzón pertenece a esta clase de “mirones”, Aprendió a ver cine en las salas oscuras de los cines de reestreno de Valencia en los setenta y los ochenta, en las críticas de las publicaciones especializadas, en el placer de estar sentado en una butaca esperando que te sorprenda una película. Por eso, su cine es tan entretenido, hable de jugadores de rol que confunden la fantasía con la realidad, de locos que acometen robos imposibles, de escritores que se ven envueltos en su propia vorágine literaria o de falsos presos atrapados en el infierno de una cárcel. Por eso, la Mostra rendirá tributo a ese contador de historias que comenzó a soñar con dirigir cine mientras miraba películas.
FOTO: Daniel Monzón (a la izquierda) en sus tiempos de cinéfilo loco, agarrando a Santiago Segura en la presentación oficial de su corto "Evilio" a primeros de los años noventa.